Pedí mi pase de la Facultad de Buenos Aires a la Universidad
Nacional del Nordeste y terminé la carrera de abogacía
el 1 de junio de 1970. Ese día, Tito me regaló
una fiesa en el Hotel de Turismo, una cupé Fiat 800 bordó
y Cesar cada media hora me traía un ramo de rosas de
parte de su papá. Luego juré en Capital Federal y en
San Isidro, provincia de Buenos Aires.
Nos esperaba lo peor: era marzo de 1971 cuando Tito enfermó.
Le operaron en el Sanatorio Litoral de Corrientes y le dieron
5 meses de vida porque tenía cáncer, metástasis con ramificaciones
mayores.
Regresamos a vivir a Bs.As. para que lo atendiera su médico
particular, el oncólogo Dr. Abel Canónico, del Instituto
del Diagnóstico y también para estar cerca de ambas familias.
Para César pedí pase del Colegio Calasanz de Corrientes al
de Bs.As. en Boedo.
Desgraciadamente, no hubo nada que hacer, y Tito falleció el
15 de septiembre de 1971 a la edad de 42 años, coincidiendo
con mi cumpleaños.
TITO ADORABA A SU UNCO HIJO Y SU MAYOR DESEO ERA VERLO
CUANDO FUESE GRANDE PERO LAMENTABLEMENTE NO PUDO CUMPLIRLO.
Agobiados por el dolor, nos refugiamos en casa de mis padres,
en Av. Cramer al 4200, dado que la enfermedad de Tito se llevó
todo cuanto teníamos.
Estábamos en muy mala situación y sin nada, excepto dolor y
lágrimas: César tenía casi 9 años y había perdido a su padre
y mejor amigo.
Fueron tiempos muy difíciles; yo recién comenzaba a trabajar
como abogada en Buenos Aires y con los primeros honorarios y
con inmensos sacrificios, pude comprar - con hipoteca y en cuotas
- un pequeño departamento en la calle Rodríguez Peña 1020, donde
nos fuimos a vivir los dos solos.
MI TAREA DE SER MADRE Y PADRE A LA VEZ FUE MUY DIFICIL,
PERO SIEMPRE ESTUVIMOS MUY UNIDOS Y CESAR FUE UN GRAN COMPAÑERO,
MUY COMPRENSIVO.
|