Desde siempre pareciera que una sombra empañaba nuestro corazón. Mi querido hijo trabajó más que antes, estaba realmente abatido por el dolor y brusquedad de la pérdida, y no sabía más que hacer que ocupar su tiempo con trabajo, apenas dormía. Fueron tiempos horribles para nosotros.
 

El día 4 de noviembre de 1996 llegó a nuestras vidas RAMIRO TUCCI en el Instituto del Diagnóstico, un día después del cumpleaños de Cesar. LA ALEGRIA QUE TRAJO CONSIGO FUE INMENSA, había heredado las mejores cualidades de su padre; es incansable, dinámico, con mucha iniciativa y fuerza.

 
 
Le regalé a Gabriela la pulsera que me había dado Tito cuando nació Cesar, para que luego se las legara a sus hijas. Entonces se mudaron a un piso muy grande en Av. del Libertador 4612.
 

 

 

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